“Los aranceles no sólo sirven para proteger los empleos estadounidenses. Son para proteger el alma de nuestro país”
Declaración de Trump al Congreso
En un momento crítico para el país, tras la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, la presidenta Sheinbaum expresa su confusión ante la decisión. Este tema resalta la dificultad para los líderes que interactúan con Trump, dado su enfoque singular en la toma de decisiones y negociaciones, lo que puede llevar a un sentimiento de humillación y ofensa entre los mexicanos. Sin embargo, es vital no dejarse engañar por su retórica.
TE PUEDE INTERESAR: Nada es suficiente para Trump; el impacto siempre llega
Trump, similar a López Obrador, se posiciona como una víctima que percibe a su país afectado por el sistema actual. Su enfoque es más moral que político, guiado por una misión casi religiosa que busca una transformación del orden establecido. Muchos críticos ven su discurso como un reflejo de narcisismo, pero la realidad puede ser aún más complicada. Un ejemplo reciente es su reunión con el presidente de Ucrania, donde Trump reafirmó su poder y disposición para imponer su agenda, incluso a expensas de las alianzas y el liderazgo de Estados Unidos en el ámbito democrático.
Trump muestra una postura antiliberal. Un reciente diálogo revelador ofrece una mejor comprensión de su perspectiva y de los errores de México en su negociación. Al menos dos puntos son evidentes: Trump ha evolucionado en su enfoque, y al igual que López Obrador, no busca reformas, sino un reemplazo del sistema actual. Su inclinación hacia la autocracia lo lleva a despreciar los valores democráticos, considerándolos obstáculos a eliminar.
La presidenta Sheinbaum reconoce que su estrategia de diálogo y concesiones significativas, incluyendo el envío de criminales y la autorización de sobrevuelo de aeronaves militares, no fueron suficientes para disuadir a Trump. Su intención no es solo imponer su agenda, sino también castigar a México por un superávit comercial que él considera un subsidio que daña la industria estadounidense.
La visión de Trump es anacrónica, reflejando un expansionismo territorial del siglo XIX. Estados Unidos puede alcanzar sus objetivos sin necesidad de expansión territorial. Esta perspectiva se alinea con su sintonía con líderes como Putin, quienes comparten la idea de que los poderosos pueden dominar a los demás. Según analistas, esto representa un regreso a un imperialismo de épocas pasadas.
Trump avanzará mientras la sociedad estadounidense lo permita. Actualmente, enfrenta un clima desfavorable; encuestas recientes muestran que el 50% de los ciudadanos desaprueba su gestión. A pesar de algunos niveles de aceptación en temas migratorios, su agenda ha sido obstaculizada judicialmente, lo que refleja un consenso general en torno a la legalidad que contrasta con la situación en México.
El impulso hacia el autoritarismo en Estados Unidos podría ser moderado mientras el mundo entra en una nueva fase. Esto marca el fin de una era de hegemonía estadounidense, afectando su supremacía ideológica y su liderazgo en la defensa de la libertad y la democracia. La herida de Trump al orden mundial es significativa y representa una ruptura con alianzas forjadas tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque esto no necesariamente conlleva una debacle completa para Estados Unidos, su influencia se construirá en base a su poder económico y militar, dejando a otros países en una posición de descontento, aunque conscientes de la realidad que enfrentan.