Diez años atrás, Silvia Ortiz, madre de una mujer desaparecida, se unió al Grupo Vida para investigar un terreno en Matamoros, Coahuila, enfrentándose al rechazo de las autoridades.
“¿Qué están haciendo? Ustedes no pueden ni deben estar aquí”, fueron las palabras de los funcionarios a las familias que, armadas con pico y pala, comenzaron a excavar en busca de restos óseos y pistas sobre sus seres queridos desaparecidos.
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“Nos dijeron que no iban a detenernos, pero nos asustaron varias veces. Caminábamos escuchando disparos, mientras ellos jugaban con latas. Hemos enfrentado muchos problemas, pero ahora es diferente”, recuerda Ortiz, madre de Stephanie ‘Fanny’ Sánchez Viesca Ortiz, desaparecida en 2004.
A lo largo de una década, el Grupo Vida ha descubierto 27 sitios de exterminio en la región Laguna.
Estos lugares han sido testigos del horror: se han encontrado fragmentos óseos calcinados, marcas de disparos en las paredes, barriles donde se dice que se incineraron cuerpos, y otros objetos personales.
Las familias han evolucionado hacia expertos forenses, capaces de identificar si un fragmento óseo pertenece a un humano o a un animal, incluso determinando su origen.
“Hemos tomado numerosos talleres, pero la experiencia más valiosa la hemos obtenido directamente en el campo”, señala Ortiz.
Desde esa primera búsqueda en Matamoros, se han realizado numerosas expediciones más.
Las familias salían a buscar inquietas, primero solas y luego con equipos del Estado o federales.
Su enfoque ha sido los lugares señalados por anónimos a través de llamadas o mensajes que indican posibles sitios de exterminio.
Uno de los hallazgos más significativos ocurrió en Patrocinio, en San Pedro de las Colonias.
“Fueron los chiveros quienes nos alertaron sobre lo que había sucedido allí”, comparte Ortiz.
En el lugar se han recuperado más de una tonelada de restos óseos, y las familias regresan periódicamente para continuar la búsqueda, pues expertos avisaron que se necesitarían 20 años para explorar completamente las 64 hectáreas.
Recientemente, se informó que se requerirán cinco años más, lo que suma un total de 25 años de búsqueda.
“Patrocinio es un lugar sorprendente”, afirma Ortiz.
En este sitio han encontrado evidencias que incluyen placas dentales y anillos, detalles que podrían ser clave para las identidades de las víctimas.
“Un anillo de acero rescatado recientemente aún está en perfectas condiciones”, menciona.
EL DESAFÍO DE LA IDENTIFICACIÓN
En su búsqueda de justicia, Grupo Vida ha honrado otros lugares de exterminio como Santa Elena y El Venado, cada uno con sus propias características.
Se estima que los eventos en Patrocinio ocurrieron entre 2008 y 2012, mientras que en Santa Elena, las atrocidades se documentan desde 2012.
“La forma en que se dispersaron los restos varía en cada sitio”, añade Ortiz.
Sin embargo, encontrar y evitar confusiones en los restos plantea un desafío para la identificación.
Hasta el momento, se han logrado algunas identificaciones, pero no son suficientes, lo que subraya la falta de colaboración entre Estados y la ineficiencia en los bancos de datos genéticos.
“En Durango hay 500 perfiles, pero no todos corresponden a desaparecidos. Los bancos genéticos deberían estar en manos de la Fiscalía General”, expresa con preocupación Ortiz.
A medida que la búsqueda avanza, el tiempo es un factor crítico, indica la madre buscadora.
“Existen lugares que permanecen inexplorados y necesitamos continuar”, concluye.
A diez años de su primera búsqueda, Silvia Ortiz está instruyendo a sus hijos y nietos en la entrega de la tierra y la persistencia en la búsqueda de la verdad.
Con 61 años, expone con sinceridad que no sabe cuánto tiempo más podrá seguir trabajando por este importante esfuerzo.