Recientemente, surgió una conversación interesante sobre la influencia de la cultura alemana en la escritura. La discusión comenzó cuando se exploró la idea de integrar un enfoque teutón en las pautas de redacción.
Sobre este tema, compartí mi perspectiva.
Mi conexión con Alemania es distante, representada por los apellidos de mi abuelo, un oscuro recuerdo de su historia de fuga desde Gdansk, Polonia, durante la Gran Guerra hacia Estados Unidos, justo antes del estallido de la Revolución Mexicana en 1911.
INTERÉS GENERAL: Se planteó la cuestión: ¿Cómo enfrentan los políticos su destino? Una analogía sugiere que igual que los mosquitos, sus muertes ocurren entre aplausos.
Otro lazo directo que tengo con el país es a través de mi hija, quien se formó como cirujana y se aventuró en una carrera en proctología. Su vida dio un giro al casarse con un austriaco y mudarse a Viena, donde resido sin verla hace tiempo.
En mi conversación con el editor, expresé mi deseo de explorar las relaciones humanas de manera auténtica, buscando criticar las nociones convencionales que las rodean.
Además, quiero desafiar la comodidad de aquellos que prefieren permanecer en su zona de confort en lugar de arriesgarse a alzar su voz en contra del gobierno mediocre. La pregunta es: ¿Estás prestando atención?
Escribo de manera constante y soy uno de los pocos que lo hace.
Otros, con objetivos similares, están tomando iniciativas en diferentes partes del mundo. La esperanza es que estos esfuerzos sean sostenibles a largo plazo.
A través de mis escritos, busco provocar una introspección sobre la estabilidad del orden establecido.
En una reflexión personal, me encontré preguntándome: ¿Cuál es mi verdadera vocación? La respuesta reside en distinguir entre los sueños y la fantasía.
¿EXISTE ESTRÉS EN TODO ESTO?
Por supuesto, pero lo veo como una respuesta natural a la intensidad que caracteriza mi vida.
El antídoto que aplico para manejar el estrés fue un aprendizaje de una figura que siempre admiré y que partió hace una década.
Recuerdo que era joven cuando conocí a esta persona, justo después de enfrentar un difícil ajuste en el ámbito laboral que me dejó marcado.
Durante ese periodo, pasé de ser parte de un equipo en una división a un nuevo ambiente corporativo, donde la dinámica era completamente distinta.
El liderazgo no siempre provenía de la figura más visible, ya que existieron otros en posiciones clave, pero siempre había un sentido de camaradería.
Los compañeros con quienes compartí experiencias eran parte de un grupo muy unido, sin embargo, yo tenía mi propia perspectiva, que a veces me hacía sentir un extraño en el entorno.
Sin embargo, esa diferencia fue la razón por la que una de mis figuras de admiración decidió involucrarse conmigo y proponía, con humor, la idea de “divertirnos” juntos.
A menudo me retaba con tareas que debía completar rápidamente, haciéndome ver el lado ligero del trabajo, el cual comencé a buscar cada viernes.
Esto se convirtió en un ritual que, lejos de ser una carga, se transformó en una fuente de motivación y aprendizaje.
UN MENSAJE FINAL
Con un toque de irreverencia, puedo decir que, aunque la rutina sea pesada, siempre hay espacio para la diversión.
Por ahora, dejo a los lectores con la intención de que tengan un excelente día, reflexionando sobre el deseo de aquellos que buscan censurar el libre pensamiento.