La plaga del gusano barrenador representa una emergencia crítica. Recientemente, el gobierno de Estados Unidos ha cerrado sus fronteras, lo que significa pérdidas millonarias para el sector ganadero. Autoridades y ganaderos de Coahuila han solicitado el cierre de la frontera sur para frenar la amenaza.
El gusano barrenador es una plaga exótica altamente transmisible que afecta a mamíferos, aves y humanos. Su reaparición en México, después de más de tres décadas, plantea serios desafíos.
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La situación ha cambiado drásticamente, y las advertencias han sido claras.
Desde 2019, bajo la administración anterior, se advirtió sobre riesgos asociados a “enfermedades o plagas exóticas emergentes” en el Programa de Trabajo de Administración de Riesgos (PTAR) del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica).
Estos documentos públicos identifican amenazas a las metas de cada institución, revelando que los riesgos estaban bien documentados. La pregunta es: ¿qué medidas se tomaron?
El riesgo mencionado en 2019 se clasificó como “grave”. Años posteriores continuaron revelando preocupaciones sobre plagas y enfermedades.
En 2020, se criticó la ejecución inadecuada del Programa de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria, hurgando en la deficiente vigilancia epidemiológica y en la insuficiencia de las campañas fitozoosanitarias.
Para 2021, las medidas contraepidémicas fueron tildadas de ineficaces y mal programadas.
Entre 2022 y 2024, el riesgo de “plagas y enfermedades que amenazan el patrimonio agroalimentario” se reiteró con distintos factores preocupantes, incluyendo deficiencias en los expedientes de importación fitozoosanitarios.
Problemas en el registro y seguimiento de importaciones de productos pecuarios han sido evidenciados, recomendándose un control más riguroso sobre el ganado bovino proveniente de Centroamérica.
En 2023, se destacó la falta de seguimiento en pagos a los Organismos Auxiliares de Sanidad Animal, fundamentales para la erradicación de enfermedades. Estos organismos son vitales para proteger la salud animal y el sector ganadero.
En 2024, se identificó un “desconocimiento de los protocolos ante emergencias sanitarias”, lo que agrava la situación.
Todos los casos fueron clasificados como “riesgo grave”. Las consecuencias son ahora palpables.
AL TIRO
La plaga del gusano barrenador era prevenible. Las advertencias estaban a la vista. La interrogante clave es por qué no se tomaron las medidas necesarias.
Este escenario se relaciona con recortes presupuestales. Un análisis de dos años atrás destacó cómo la “Austeridad republicana” impactó negativamente el medio ambiente en Coahuila, reduciendo programas críticos y debilitando la protección ambiental.
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La investigación previa reveló recortes en instituciones como Profepa y Semarnat, afectando la gerencia de recursos naturales y ek vínculo con la calidad del aire.
El presupuesto de Senasica, que superó los 6,500 millones de pesos en 2016 y 2017, cayó tras la entrada de la nueva administración, oscilando entre 5,171 millones y 5,694 millones de pesos entre 2019 y 2023, con un leve aumento a 6,000 millones en 2024.
Actualmente, la preocupación por las pérdidas económicas por la plaga del gusano barrenador es crítica. Se han propuesto medidas como el cierre de la frontera sur. Sin embargo, la cuestión crucial es cómo se permitió la reaparición de una plaga que había estado ausente durante 30 años. Las responsabilidades deben ser abordadas, aunque las probabilidades sugieren que no habrá consecuencias.