En un pasado no tan lejano, las mujeres solían vestir predominantemente de negro y gris, acompañado de blusas blancas. Esta elección de vestimenta podría llevar a un análisis sociológico, una tarea que suele ser complicada y muchas veces infructuosa. Un análisis psicológico ofrecido hace tiempo por un pensador local exploró por qué los campesinos de Castilla optaban por el gris mientras que los vascos preferían el azul. La razón, se afirmó, estaba vinculada a sus temperamentos y al entorno. Un fabricante de telas intervino explicando que los castellanenses elegían el gris por la lana sin teñir de sus ovejas, mientras que los vascos utilizaban el azul debido a su facilidad de teñido.
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En nuestra comunidad, las mujeres vestían de gris o negro, hilando su atuendo a la tradición de luto que las acompañaba. Aunque la muerte de un pariente lejano era suficiente para que estas mujeres se vistieran con esos colores, un cambio notable comenzó en Sabinas Hidalgo, Nuevo León. Alguien regresó de otro lugar con una variedad vibrante de telas: verdes, azules, rojas y más. A partir de este momento, el interés por los colores brillantes floreció, revolucionando la forma de vestir de las mujeres y estableciendo a Sabinas como un centro de moda donde muchas vienen a abastecerse de prendas coloridas.
La ciudad mantuvo algunas tradiciones; Don Eleazar Cavazos, dueño del cine local, anunciaba la película del día mientras manejaba un “carro de sonido” por las calles. A su lado, su esposa doña Lolita lo acompañaba. Don Eleazar, con su potente voz, anunciaba:
-Hoy, dos funciones, tarde y noche. Presentamos la impactante película de Metro Goldwyn Mayer: “Amor en invierno”, protagonizada por Clifton Webb y Myrna Loy. Esta dramática historia sigue a un hombre casado que se enamora de una joven, poniendo a prueba su lealtad familiar. Un momento clave es cuando su esposa le reclama, llevándolo a confrontar su corazón en un dilema emocional intenso.
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En este punto, doña Lolita interrumpía con un toque de preocupación:
-Cheo -le decía, tirándole suavemente de la manga-. No cuentes más, si revelas el final, nadie vendrá a verlo.
A la entrada de Sabinas, se erguía una majestuosa casa marcada por el tiempo, similar a las que construyeron los ricos de Saltillo en los años cuarenta. Esta propiedad, de estilo californiano, pertenecía a una familia que había visto mejores días. A pesar de su decadencia, los habitantes se negaron a abandonar la mansión, que gradualmente fue cayendo en ruinas. Con el tiempo, se mudaron a una sola habitación, donde se conformaron con lo esencial, recordando que “Así pasa la gloria del mundo”.