En el contexto actual del empresariado mexicano, Daniel Córdova enfrenta un desafío significativo con el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Córdova lidera una planta en las afueras de Monterrey que produce unidades de calefacción y aire acondicionado para el mercado estadounidense. Durante la anterior presidencia de Trump, su administración provocó una guerra comercial con China que benefició a la industria mexicana, ya que muchas empresas optaron por trasladar su producción a México para eludir los aranceles.
La estrategia de “deslocalización cercana” se intensificó cuando se implementaron aranceles adicionales a las importaciones chinas. El aumento en los costos de transporte marítimo durante la pandemia también hizo que las empresas consideraran a México como una opción más viable para la producción.
Recientemente, Trump amenazó con imponer aranceles del 25% a todos los productos de México y Canadá que ingresaran a EE. UU., planteando serias interrogantes para la industria mexicana. ¿Está utilizando esto como presión política o realmente tiene la intención de hacer cumplir estos aranceles?
La dinámica de inversión y el empleo en México se encuentran en una encrucijada, afectando la disponibilidad de una amplia gama de bienes importados en EE. UU.
En la planta de Trane en Apodaca, Córdova se prepara para posibles cambios, aunque mantiene un optimismo cauteloso al considerar que ambos países dependen de sus economías interconectadas.
“Estamos juntos en esta aventura, Estados Unidos y México”, afirma Córdova, destacando la necesidad mutua entre las dos economías. “Un divorcio nunca es barato”.
A pesar de las amenazas de Trump, las empresas en México continúan expandiéndose, ya que el país sigue siendo vital para EE. UU. en su intento de disminuir la dependencia de manufacturas chinas.
Líderes empresariales confirman que sus empresas están en posición de prosperar con un gobierno de Trump, siempre que se mantenga la presión sobre China para la producción en lugares alternativos.
La incertidumbre persiste en el sector automotriz, donde Mazda y Honda han ralentizado inversiones en México a la espera de entender mejor las políticas comerciales de Trump.
Monterrey, con su auge en la deslocalización cercana, ha atraído una inversión extranjera considerable este año, con proyectos de marcas como Volvo y John Deere estableciendo fábricas nuevas.
En una reciente reunión, el secretario de Economía de Nuevo León expresó su confianza en que el gobierno de EE. UU. no pondrá en peligro los planes de inversión del estado.
La construcción y desarrollo industrial han visto un incremento por la posición de México como alternativa a China en la manufactura.
Empresas como Bosch han trasladado parte de su producción a México, fomentando la creación de nuevos negocios y oportunidades de inversión local.
Las fábricas mexicanas comienzan a diseñar sus estrategias en función de la posible presión que el nuevo gobierno estadounidense podría ejercer sobre las políticas comerciales.
La reciente inversión china en México, contrariamente a lo que indica la narrativa política, ha demostrado ser beneficiosa para la economía local, fomentando la creación de empleo y compras de materias primas en toda la región norteamericana.
El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá se volverá a evaluar en 2026, y la presión sobre las políticas de comercio es probable que aumente bajo la administración de Trump.
Los líderes de la industria automotriz advierten que las políticas contra las importaciones podrían incrementar significativamente los costos para los consumidores estadounidenses.
La incertidumbre de las políticas de Trump ha llevado a muchos empresarios a explorar alternativas locales para reducir la dependencia de insumos provenientes de China.
Córdova actualmente busca a fabricantes mexicanos para sustituir componentes que hasta ahora importaba de China, preparándose para futuras decisiones que podrían afectar su industria. “Debemos estar listos para diversos escenarios”, concluye.