Nueva York y Washington. Con solo 60 días restantes para las elecciones del 5 de noviembre, las encuestas indican un empate técnico entre la candidata demócrata, Kamala Harris, y el ex presidente republicano, Donald Trump. El camino hacia la Casa Blanca se presenta lleno de obstáculos, juicios, acusaciones de corrupción y la amenaza potencial de violencia, un escenario que ha prevalecido desde la irrupción de Trump en la política nacional hace casi una década.
El hecho de que exista un empate técnico es una buena señal para los demócratas, quienes hace seis semanas estaban perdiendo terreno bajo el liderazgo del presidente Joe Biden. Sin embargo, es notable que esto se produzca frente a un ex mandatario formalmente acusado de interferencia electoral, entre otros cargos legales que enfrenta, incluyendo un caso federal sobre documentos clasificados y múltiples condenas por fraude y abuso.
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Según el promedio de encuestas a nivel nacional, Harris se posiciona con una ligera ventaja de 49% frente al 46% de Trump.
Es importante destacar que esta elección no se decidirá a nivel nacional; el resultado final dependerá sólo de seis o siete estados clave, donde pocos miles de votos pueden definir la balanza – es decir, el 6% de los votantes en esos estados podría determinar el resultado nacional.
Cálculos recientes sugieren que menos del 0.1% del voto nacional –alrededor de 43,000 votos en Wisconsin, Georgia y Arizona– fue lo que le dio a Biden la victoria sobre Trump en 2020. En 2016, solo 80,000 votos en estados estratégicos favorecieron a Trump.
La falta de un voto directo para la presidencia significa que el proceso se compone de 50 elecciones estatales simultáneas, donde el ganador de cada estado se lleva todos los votos del Colegio Electoral correspondiente. Esto implica que un candidato puede ganar la mayoría del voto nacional y aún así perder las elecciones.
Por ende, la atención se centra en esos cinco a siete estados determinantes.
Las encuestas muestran que Harris tiene una ligera ventaja en Pensilvania, Wisconsin y Michigan, mientras que la contienda está empatada en Nevada, Georgia, Arizona y Carolina del Norte, una mejora notable considerando que Trump tenía una leve ventaja en estos estados hace unos días.
Trump, que sigue combinando sus aspiraciones presidenciales con su estatus de acusado criminal, se declaró no culpable de cargos modificados relacionados con interferencia electoral en la contienda de 2020.
Este caso fue condicionado por un fallo de la Suprema Corte que limitó su capacidad de ser procesado, dictaminando que, en su rol como presidente en el momento de los presuntos delitos, contaba con una inmunidad significativa. El fiscal federal ha ajustado los cargos en un intento de avanzar con el juicio.
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Por una crisis electoral y maniobras republicanas
A pesar de su situación legal, Trump y su partido están alistando el terreno para una nueva crisis electoral, apostando a resultados reñidos en varios estados clave, como ocurrió en el pasado. Están preparándose para lanzar acusaciones de fraude, sin cualquier evidencia que las respalde.
Los demócratas también se están organizando, reclutando abogados y formando un equipo para la protección del votante en respuesta a esta potencial disputa.
Esto podría resultar en una prolongación del proceso electoral y desatar otra crisis constitucional.
Además, existe preocupación de que si Trump pierde, intente causar caos, incluso llamando a una insurrección, una intención que ha insinuado en sus discursos, insistiendo en que no reconoce su derrota en 2020.
Hasta ahora, Trump ha rehusado comprometerse a aceptar los resultados electorales de este año, condicionando su aceptación a su percepción de la legitimidad de la elección, un criterio que él establecería.
Kamala Harris, por su parte, se enfoca en su campaña en los estados clave, intentando capitalizar el impulso obtenido tras la convención demócrata del mes pasado.
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Este ciclo electoral se perfila como el más costoso en la historia, con un sistema donde los donantes multimillonarios ejercen una influencia desproporcionada sobre las decisiones políticas, eclipsando el poder del voto ciudadano.
Los dos candidatos se enfrentarán el 10 de septiembre en su primer y único debate, transmitido a nivel nacional.
Por otro lado, Hunter Biden, el hijo del presidente Biden, ha declarado su intención de declararse culpable de cargos fiscales, aunque la decisión final está en manos del juez que lleva su caso. Esta situación ya no tiene las mismas implicaciones políticas dada la ausencia de su padre en la contienda electoral.