El pasado jueves 20 de febrero, el CEO de Netflix, Ted Sarandos, anunció una significativa inversión en México durante un evento oficial. Esta decisión se produce en un contexto de tensiones diplomáticas entre la presidenta de México y el presidente de Estados Unidos, que han llevado a la mandataria a defender la soberanía nacional de manera contundente.
La inversión está destinada a impulsar la producción de series y películas en el país. Sin embargo, surge la pregunta de si este apoyo permitirá a los productores locales contar con la autonomía necesaria para crear contenidos de calidad, similar a la aclamada cinta “Roma”, ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2018.
A pesar de la oportunidad que representa esta inversión, se plantea la inquietud de que Netflix, una empresa vinculada a Hollywood, pueda influir en la creatividad de los cineastas mexicanos. Con el reciente anuncio de la administración estadounidense sobre sus representantes en la industria cinematográfica, se recuerda el impacto negativo que algunas películas han tenido en la imagen de México.
Históricamente, México vivió una “Época de Oro” en el cine, época en la que los productores pudieron trabajar con autonomía, logrando destacar a través de un contenido que resonaba con la identidad nacional. Esto fue posible en gran parte debido a la falta de enfoque de Estados Unidos en su industria cinematográfica durante la Segunda Guerra Mundial, lo que permitió el florecimiento del cine nacional.
Cineastas como Emilio “Indio” Fernández, Alejandro Galindo, Rogelio A. González y Julio Bracho lograron crear obras que aún son celebradas hoy. La interrogante persiste: ¿cómo garantizar que los cineastas locales mantengan su independencia creativa en el marco de esta nueva inversión, sin verse obligados a alinearse con producciones como “Roma” o “Emilia Pérez”?